jueves, 3 de junio de 2010

CALA CALADA

Ese fin de semana nos pertenecía. Tenia que ser nuestro y lo fue.
A su manera, a nuestra manera.
Descubrimos que fue perfecto.
Peroni, mozzarella, longaniza y cositas ricas. Pobres cositas ricas...
El miedo era normal, era bueno aunque no lo sabíamos.
Y de repente ocurrió lo que no creímos que podía ocurrir, lo que crees que puede pasar pero piensas que no pasará.
Pasó.
Saltó.
Y entró.
El miedo nos dio la mano, y le devolvimos el apretón.
Lo que entonces no sabíamos era que esa ola nos estaba haciendo un favor.
Fuimos uno. Compartimos miedo y frío.
Por cama una roca, por manta una sudadera, y por único enemigo posible la lluvia.
Cuando te vi temblar te metí las servilletas, porque vi que tenias los "camals mullats".
Sentí mucho haberte metido en esa situación. Pero ciertamente no me arrepiento.
No pude más y cerré los ojos. Pero fuiste tu la que me ayudo a dormir.
Fuiste mi manta y mi techo.
Y nunca mas tuve frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario